Tercer mito: ¿Todo lo restaurativo es ancestral?
Humanparceros2024-06-02T07:05:11-05:00Afortunadamente, a lo largo de la historia de la humanidad, hemos podido avanzar en la expansión de nuestra capacidad de mejorar el manejo de nuestras limitaciones relacionales. Muestra de ello son la gran cantidad de estrategias, inventivas y soluciones que, a lo largo del tiempo, nos hemos visto llamados a crear, aprender y utilizar en el manejo de los conflictos, como expresión de nuestra capacidad creativa y adaptativa para reparar los vínculos y superar nuestras diferencias.
Es así como nuestros antepasados, desde los primitivos hasta los más cercanos, han aprendido a resolver sus limitaciones en el relacionamiento humano mediante algunas prácticas sociales y culturales que han permitido transformar de manera sana las divergencias, diferencias y desavenencias que se presentan en sus comunidades.
Reporte: Kelly López
No obstante, durante el desarrollo del mundo moderno, aspectos como lo comunitario y lo espiritual fueron perdiendo interés para darle prioridad a lo individual y material. Ello nos ha llevado a perder prácticas de cuidado, reparación, restauración, restitución y no repetición en nuestras relaciones humanas.
Es de tener presente que las prácticas restaurativas surgen y se conceptualizan desde la década de 1970 (Zehr,1990), y que se inspiran en principios y prácticas culturales de distintos pueblos ancestrales e indígenas interesadas en realizar la reparación del daño, el fortalecimiento del vínculo y el mantenimiento de la integración comunitaria.
Si bien las prácticas restaurativas recuperan y honran las prácticas ancestrales que hoy nos sirven para el cuidado y la reparación del vínculo, es necesario aclarar que no todo lo ancestral es restaurativo, ya que también muchos de nuestros pueblos originarios tenían tradiciones y acciones violentas y excluyentes. Aún hoy, comunidades contemporáneas que preservan tradiciones ancestrales, todavía tienen mucho por aprender en atención de sus relaciones y vínculos.
Por todo lo anterior, las prácticas restaurativas, además de valorar y rescatar aquello que aporta a la cultura de paz, también mantiene una postura crítica y reflexiva que evita caer en la idealización de las prácticas y costumbres de nuestros pueblos ancestrales.
Así mismo, las prácticas restaurativas emergen con mayor plenitud cuando se articulan con las nuevas comprensiones que nos permite nuestra visión contemporánea, se alimentan de la fuerza y el deseo de nuestras generaciones presentes de reparar y fortalecer las relaciones humanas, y se enriquecen constantemente con los saberes de nuestro tiempo y los avances que aportan las ciencias sociales y humanas.
Es de destacar que el carácter ancestral de las prácticas restaurativas procede del reconocimiento, rescate y valoración de los saberes y esfuerzos de estos pueblos para mantener los vínculos sanos en sus comunidades; y nos brindan un sentido y servicio a nuestro deseo de estar y permanecer en buenas relaciones.
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